Por qué NO deberías conocer tu estilo de aprendizaje

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Es posible que más de una vez te hayas preguntado qué estilo de aprendizaje es el adecuado para ti o cómo aprende mejor tu cerebro. Es tentador aceptar una respuesta definitiva: estas suelen traer algo de paz al tumulto de nuestras preguntas.

Con todo, la realidad puede ser un poco diferente de la creencia popular de que los humanos nos regimos a estilos de aprendizajes específicos. Y, de hecho, insistir en que tu mente se ciñe a un estilo concreto puede ser hasta perjudicial.

La «ciencia» de los estilos de aprendizaje

Los estilos de aprendizaje se refieren a las maneras en que aprendemos los seres humanos y bajo esta idea se han propuesto decenas de modelos distintos. Por ejemplo, que retienes mejor viendo que escuchando, o que comprendes en más detalle reflexionando que conversando, o que te concentras de forma óptima abordando un tema de manera lógica y no creativa.

Aunque es un concepto popular, la ciencia muestra que el aprendizaje no es un fenómeno fijo y puede variar según el contexto, el contenido y otras variables.

Estos modelos se basan en la idea de que los individuos tienen preferencias particulares o estilos que influyen en su proceso de aprendizaje, y se desarrollaron a partir de observaciones y estudios en psicología educativa y neurociencia.

Surgieron en un esfuerzo por personalizar y mejorar la educación, basándose en la premisa de que si se entienden las preferencias de aprendizaje de los individuos, se puede enseñar de manera más efectiva.

No obstante, aunque en principio se entrelee una buena intención, poco a poco la evidencia fue mostrando que ningún modelo ofrecía respuestas satisfactorias para todos.

Limitaciones sobre los modelos de estilos de aprendizaje

Si bien la idea de los estilos de aprendizaje es atractiva y puede ofrecer una forma de reflexionar sobre las preferencias personales, su aplicación en la educación debe hacerse con cuidado e informando previamente sobre sus limitaciones.

Estas son algunas de las más notorias:

  • A pesar de su popularidad, hay una falta significativa de evidencia empírica que respalde la eficacia de enseñar a los estudiantes según su supuesto estilo de aprendizaje. Los estudios no han encontrado correlaciones sólidas entre los estilos de aprendizaje y mejoras en el rendimiento educativo.
  • Estos modelos a menudo simplifican excesivamente la complejidad del proceso de aprendizaje y no consideran la flexibilidad con la que el cerebro puede procesar la información.
  • Encasillarnos en un estilo de aprendizaje particular podría limitar nuestra capacidad para adaptarnos y aprender de otras formas.
  • Los estilos de aprendizaje desatienden otros factores importantes, como el conocimiento previo, la motivación, el entorno de aprendizaje y las habilidades de enseñanza.

La buena noticia sobre la obsolescencia de todos estos modelos es que somos más versátiles de lo que creemos. Es decir, sigue siendo clave recordar que no estamos limitados a una única posibilidad.

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Una forma simple de favorecer la retención es la lectura activa: pregúntate qué acabas de leer cada página.

«Pero a mí sí se me da más fácil estudiar de una forma que otra»

A veces nos inclinamos a pensar que tenemos un estilo de aprendizaje ideal, como ser «visuales» o «auditivos». Por ejemplo, una persona que disfruta y recuerda mejor la información presentada en gráficos y diagramas podría considerarse un aprendiz «visual». Sin embargo, esto no significa que ese tipo de estimulación sea siempre la ideal.

La investigación muestra que somos capaces de aprender eficazmente a través de múltiples modalidades y que nuestra preferencia no siempre se traduce en una mayor eficacia de aprendizaje.

Por ejemplo, consideremos a alguien que se identifica como un aprendiz «auditivo». Aunque podría preferir escuchar conferencias o discusiones, esto no excluye su capacidad para aprender a través de la lectura o la observación.

En realidad, combinar múltiples métodos, como escuchar una conferencia y luego visualizar la información a través de gráficos, puede ser más efectivo que ceñirse a un solo método. La razón es simple: el aprendizaje ha sido enriquecido con más estímulos sensoriales, lo que se traduce en una huella de la memoria más completa.

Asimismo, nuestras preferencias pueden cambiar según el contexto o el tipo de material que estamos aprendiendo. Alguien que prefiere aprender movimientos de baile a través de la observación (visual) podría encontrar más útil aprender historia escuchando un podcast (auditivo).

La clave: principios del aprendizaje, no estilos

Lo más importante es basar nuestro estudio en estrategias que favorezcan los principios del aprendizaje, más allá de un estilo concreto. Recuerda que hablamos de principios cuando estos cuentan con la suficiente evidencia científica como para etiquetarlos de tal manera.

Algunos de los principios esenciales son el del active recall (la memoria consolida lo que nos esforzamos en recordar), la repetición (las «carreteras» neuronales de una memoria se robustecen cuanto más las empleamos) y la elaboración (recordamos mejor aquello que evaluamos y sobre lo cual nos hacemos preguntas).

Entendiendo lo anterior, podemos emplear algunas de las nociones sobre estilos de aprendizaje a distintos contextos, sacando lo mejor de cada uno en diferentes momentos, siempre y cuando recordemos favorecer siempre los diferentes principios de aprendizaje.

Cómo usar los estilos de aprendizaje a tu favor

Recuerda: la creencia de que aprendes solo de una forma específica o de que tu cerebro «prefiere» aprender de tal o cual manera puede restringir tu potencial de aprendizaje y la posibilidad de adaptarte a nuevos desafíos.

No olvides que la neuroplasticidad puede hacer maravillas en tu cerebro (aprendizaje y adaptación).

Ahora bien, explorar los distintos modelos sobre estilos de aprendizaje puede ayudar a enriquecer tu manera de estudiar, por una sencilla razón: en la teoría y en el laboratorio, la mayoría de estos modelos se centran en estrategias activas de aprendizaje.

Y mientras el aprendizaje sea activo —y no pasivo—, estamos bien encaminados.

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Conversar con otras personas sobre el tema de estudio puede darte perspectiva y ayudarte a recordar mejor.

Modelo VAK:

  1. Visual: dale una oportunidad a gráficos, mapas mentales y visualizaciones (mnemotecnias) por medio de la imaginación. Esforzarte decodificar asociaciones mentales contribuye sobremanera con el active recall.
  2. Auditivo: puede que en ciertos momentos respondas mejor a voces; busca discutir el tema con amigos o participa activamente de talleres. Decir las cosas en voz alta nunca «restará» a tu huella de la memoria; al contrario, todo estímulo coherente hará más probable que recuerdes a futuro.
  3. Kinestésico: subraya estratégicamente, emplea juguetes fidget, ponte de pie luego de leer para preguntarte qué has leído. Lo mejor de darle movimiento a tus rutinas de estudio es que así ayudarás a tu memoria de trabajo a mantener el enfoque.

Considera que el modelo VAK se considera obsoleto no porque las estrategias sean «malas» per se, sino porque propone que las personas aprendemos predominantemente en uno de esos tres estilos.

Recuerda: en cada estrategia propuesta, procura favorecer el active recall; es decir, intenta recordar el material esforzándote.

Modelo de Honey & Mumford:

  1. Estilo activo: se caracteriza por buscar relaciones humanas al estudiar. Favorece el diálogo y la discusión con otras personas. Así estarás promoviendo el principio de elaboración.
  2. Estilo reflexivo: se centra en el análisis del material. Reúne datos y conceptos, y reflexiona en torno a ellos. Reflexionar sobre cualquier cosa ayuda a consolidarlo a largo plazo.
  3. Estilo teórico: requiere de racionalidad y objetividad al estudiar. Sintetiza la información y evalúala por medio de etapas lógicas. Conectar es una de las mejores formas de retener a largo plazo (y es la base detrás de las asociaciones mentales).
  4. Estilo pragmático: se pone en práctica lo aprendido. Ejecuta y experimenta con lo que estás aprendiendo. Ya lo decía Aristóteles: «somos lo que hacemos repetidamente».

Modelo de los hemisferios cerebrales:

Este modelo sugiere que las personas tendemos a preferir el uso de un hemisferio cerebral por sobre el otro: el izquierdo asociado con la lógica y el análisis, y el derecho con la creatividad y la intuición.

Hoy sabemos que este modelo es, con distancia, el más obsoleto de todos. Por lo mismo, no cabe darle un espacio serio en este artículo. La evidencia demuestra que podemos ser ambos extremos (y mucho más).

Esfuérzate en recordar y conquistarás el conocimiento

En conclusión: no te limites a un solo estilo de aprendizaje, el tipo de estudio que funciona mejor en un momento varía según múltiples variables. Lo más importante sigue siendo que, como sea, recuerdes de forma activa el material y te esfuerces en resolver problemas relacionados con el tema de estudio.

Recuerda que lo que funciona hoy podría no funcionar mañana. Y que lo que no funcionaba en el pasado, podría ser tu mejor aliado en el presente.

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