¿Qué es la memoria de trabajo?

Para entender bien qué es la memoria de trabajo, primero debemos detenernos en qué es la memoria propiamente tal. Recordemos que la memoria es la capacidad del cerebro de registrar, evaluar, almacenar y recuperar la información, tanto en nuestra mente (interna) como del entorno (externa).

Memoria de trabajo: un tipo de corto plazo

Por otro lado, es fundamental tener en mente que no existe un único tipo de memoria. Desde el punto de vista temporal, la memoria se divide en dos: memoria a corto plazo (MCP) y memoria a largo plazo (MLP) . Las dos diferencias principales entre el corto y el largo plazo residen en el decaimiento de la información y en los límites de su capacidad.

De acuerdo con una investigación publicada en 2017 por The Journal of Neuroscience, al parecer cabría distinguir un proceso distinto en la elaboración de «memorias a mediano plazo», pero convengamos que este es tema para otro momento.

  • MCP: sistema cognitivo responsable de registrar, evaluar y manipular la información inmediata. Tiene una duración muy breve. Acá se distinguen estructuras como la memoria sensorial (muy, muy breve) y la memoria de trabajo.
  • MLP: sistema cognitivo responsable de almacenar la información durante un período de tiempo indeterminado y, desde luego, más duradero que el de la memoria a corto plazo, de forma que podamos acceder a ella en el futuro. Acá también se distinguen diversos tipos de memoria a largo plazo, como la memoria semántica (conocimiento conceptual), episódica (eventos autobiográficos) y procedimental (destrezas y habilidades). 

Entendiendo qué es la memoria de trabajo

La memoria de trabajo es el conjunto de procesos neurológicos que nos permite sostener y manipular la información inmediata para realizar tareas cognitivas complejas (el lenguaje, las matemáticas, el razonamiento, entre otros). Se le conoce también como memoria operativa.

En resumen, la memoria de trabajo es nuestra directora de orquesta o central ejecutiva. Se ubica en la corteza prefrontal del cerebro, que forma parte del lóbulo frontal (en la imagen, la región azul).

 

 

A veces se le llama memoria a corto plazo por simplicidad, pero este último término se utiliza, más bien, para abarcar a distintas estructuras cognitivas, incluida la memoria de trabajo.

Llamarle a secas memoria a corto plazo puede inducir a la equivocación, por el siguiente motivo: la memoria de trabajo utiliza también información disponible en la memoria a largo plazo para comparar y evaluar con el entorno inmediato.

De este modo, para lograr el razonamiento, la memoria operativa se ayuda con la información que tiene «a mano» tanto en la memoria a corto plazo (captada recientemente por los sentidos) como por la información ya almacenada. Entender este punto es clave para lograr un mejor rendimiento en el «aquí y ahora».

Capacidad de la memoria de trabajo

Destaca por tener una capacidad muy limitada. En los cincuenta se popularizó en la comunidad neurocientífica la idea de que podía sostener hasta unos 7 «pedazos de información» en paralelo. Se le conocía como el mágico número 7.

Actualmente, la literatura científica ha propuesto, más bien, una capacidad de aproximadamente 4 pedazos de información significativos . Se entiende por pedazo de información a toda unidad que se manifiesta como una sola representación mental, como una palabra, un número, un rostro o un concepto.

Qué es un «pedazo de información»

Entiéndase como pedazo de información a toda representación mental coherente y que se puede entender como un solo concepto. Por falta de una definición específica es que anteriormente se estimaba una capacidad de 7, pues los experimentos no limitaban del modo adecuado la posibilidad de asociar unos elementos con otros.

De modo que los números 1 y 5 pueden entenderse como dos pedazos de información distintos, pero la mente puede agruparlos en el número 15, logrando así que se sostenga como un solo pedazo de información. Muchos trucos de memorización hacen uso de esta naturaleza particular de la memoria de trabajo: agrupar estratégicamente (y entendiendo que hay límites también en la agrupación).

Así, la mente también puede entender como representaciones mentales, por ejemplo, a categorías, permitiendo así un acceso rápido a muchos más elementos cuando se requiere.

Importante notar también que los pedazos de información pueden ser internos o externos. De modo que divagar en pensamientos también logra mantener nuestra memoria de trabajo «llena».

memoria-operativa

Pedazos de información: segmentos convenientes

Pese a su limitación de recursos, podemos optimizar la memoria de trabajo precisamente si convertimos pedazos pequeños en pedazos más grandes (hasta cierto límite, desde luego).

Por ejemplo, es más fácil «sostener» en la memoria de trabajo el grupo de números 212 – 948 – 393 que el grupo 2-1-2-9-4-8-3-9-3. Esta misma idea puede aplicarse para segmentar texto y recordarlo mejor.

En otras palabras, es muy importante que le hagamos más fácil el trabajo a la memoria de trabajo. De este modo, la información nos resultará más «amigable» y será más probable que ingrese en el circuito de la memoria a largo plazo.

Recordemos que la memoria sensorial (la puerta de entrada de la información, a través de nuestros sentidos) es fundamental para la memoria de trabajo. Por eso, debemos procurar eliminar las distracciones tanto como nos sea posible para concentrarnos mejor, o estaremos desperdiciando recursos valiosos de la memoria de trabajo.

Características de la memoria de trabajo

Debido a las particularidades de esta estructura, podemos distinguir varias características fundamentales:

  • Se estima que un «pedacito de información» no dura más de 15 o 20 segundos en la memoria de trabajo, salvo que lo repitamos una y otra vez, en cuyo caso estamos «recalentando» la información e impidiendo que nuestra conciencia la evalúe correctamente.
  • Nos permite evaluar y trabajar con la información sin perder el hilo de lo que estamos haciendo.
  • La memoria operativa no toma descansos (al menos cuando estamos concientes). En ese sentido, su razón principal de ser es la siguiente: «¡quiero entender el mundo!». Es como una especie de pozo que se está llenando constantemente de agua, queramos o no queramos. De ahí la importancia de aprender a regular los estímulos externos e internos (pro tip: meditar ayuda a entrenar este foco atencional).
  • Aunque se considera como una estructura a corto plazo (no manipula la información durante mucho tiempo), para entender el mundo se vale tanto de los estímulos a corto plazo como de la información sostenida en el largo plazo. Toda la información explícita entra y sale. Y toda utiliza recursos atencionales.
  • El hecho de que tenga una capacidad de sostenimiento de información limitada (recursos limitados) es muy bueno para hacer más eficiente nuestro estado de conciencia. ¡Quizás con más información «a mano» podríamos enloquecer!
  • Este tema aún está en discusión, pero al parecer comenzar a ejecutar ciertas tareas puede demandar recursos atencionales, aun siendo procedimentales (memoria implícita). Es decir, ponerse de pie, caminar, beber agua, podría ayudar a mantener los recursos atencionales «estimulados» y por ende contribuir a desconcentrarnos menos.

En conclusión, la memoria operativa es nuestra central ejecutiva cuyo objetivo principal es el de entender el mundo que le rodea, valiéndose de estímulos tanto internos como externos.

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